Zarzuela calling, por Emilio Sánchez Mediavilla

Lo bueno de la tecnología es que te sirve la nostalgia en un clic. 
 
Albé nos mandó ayer, en el grupo de wasap del KO, el enlace al programa de Carne Cruda que, hace once años, entrevistó a Alberto Arce por la publicación de Misrata Calling. De aquel día recuerdo la euforia infantil al escuchar a todo volumen los acordes del London Calling de The Clash mientras entrábamos corriendo al estudio de Radio3 (habíamos aterrizado en Barajas un rato antes, desde Barcelona, parada final de una minigira por el norte que merecería un libro en sí mismo). De aquella gira recuerdo un grotesco, por gigante y acelerado, plato de espaguetis en casa de mi abuela antes de ir a una charla al colegio mayor Chaminade, y el linchamiento de una parte de cierta izquierda, que escribió en los medios y gritó en las presentaciones que Alberto Arce (y la editorial) éramos agentes a sueldo de la CIA: solo los esbirros imperialistas critican a Gadafi, solo los más puros de espíritu saben que Putin es un líder antifascista. Aquella acusación, por cierto, creó malestar entre los socios del K.O. que no habían recibido a tiempo su parte de la trasferencia de Washington. 
 
De esta identificación CIA-K.O. me he acordado estos días posteriores a la publicación del libro King Corp., al leer, por ejemplo, que es un libro de periodismo de cloacas, un “libro fácil” promovido por Zarzuela, que por qué no nos metemos con Felipe VI. Y como los recuerdos poseen la estructura de cajas chinas, como nos enseñó Nabokov, esta última acusación me recuerda también a todos los que reaccionaron a La ciudad de la euforia, libro sobre la corrupción en Valencia publicado por Rodrigo Terrasa, al grito de: "¡Y los Eres andaluces, qué!". “¡Y Felipe VI qué!” es el nuevo “¡Y los ERE’s andaluces, qué!"
Libros de la CIA.
Libros de la Zarzuela.
 
El estupendismo periodístico es un vicio común. Muestra las grietas en el ego y las fortalezas de prejuicios de los periodistas emisores, y se manifiesta en un mohín de disgusto de aristócrata lánguido de película de época británica: "¡sensacionalistas!", "¡eso ya se sabía!", "¡eso es mentira!" (a veces hay gente que usa los últimos dos argumentos, tachán, juntos en la misma frase), "¿por qué no se habla del dinero?" (el libro dedica a las finanzas 350 de sus 360 páginas, pero para saberlo sería necesario leer el libro, ya lo siento), y los ya mencionados "¿Y los ERE  de Andalucía, qué?".
 
Después de 130 libros publicados, tengo una idea sólida de qué es un libro fácil. "King Corp." no entra en esa categoría. Apuntar al emérito como autor del robo de dos cuadros del Palacio Real, señalar el papel de los servicios de inteligencia en la trama monárquica, mencionar a joyerías, empresarios o banqueros, no es tan heroico como ser un tertuliano de trinchera o un tuitero digno, pero tiene su punto. Imagino que hay tardes de domingo más plácidas que investigar durante años, tener acceso a fuentes, documentos, correos, extractos bancarios, tirar del hilo, unir las tramas, arriesgarte a demandas, recolectar insultos desde la extrema derecha a la izquierda gadafista, pasando por el Centro Reformador cazando zorros en corceles blancos.
 
Y sí, un libro así sobre Felipe VI sería aún más explosivo, más peligroso, pero no ha llegado a nuestras manos. Y si algún día llega, no estará escrito por tuiteros dignos.
 
Por otra parte, después de 130 libros publicados no distinguimos entre libros fáciles y difíciles. La “dificultad”, por sí misma, en la acepción exclusivista y heroica al que se refieren algunos gurús, no tiene ningún valor literario, ni todo lo contrario. No hemos creído nunca en esa frase tan manoseada y mal atribuida a George Orwell, tan de estudiante de periodismo a la tercera caña el primer año de carrera: "periodismo es aquello que alguien no quieres que se publique, el resto es relaciones públicas". Es una frase magnífica, pueril, de una inexactitud atroz. Una frase de cojones en la mesa. Libros del K.O. lleva 130 libros contando historias de todo tipo, recolectadas con paciencia y escritas con austeridad o con pirotecnia metafórica barroca. Palacios reales y pueblos abandonados. Dramas y comedias. Periodismo de investigación y periodismo de sonrisa. Todo es periodismo. Todo es literatura. Queremos tanto a un libro sobre las finanzas opacas del emérito como a otro sobre una marginal candidatura latina a la alcaldía de Madrid. Por cierto, ese libro existe, se llama Caballo perdedor, ya me extraña que no te suene, tú que vives a espaldas de todos los chismorreos, incluso los que afectan a una institución hereditaria por sangre. 
 
Dicho lo cual, mantener este chiringuito no es barato. Se aceptan sobornos y estímulos financieros. Atendemos ofertas por DM. 

Lucía Perez Oroz
Lucía Perez Oroz

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