Etiqueta Negra no tenía detrás a ninguna corporación editorial ni financiera, tampoco a una institución benéfica, menos a un señor millonario. Sólo dos empresarios, sus dueños y a la vez hermanos, creían en la revista. Sin habérnoslo propuesto, eso contribuyó a conservar cierta independencia. Etiqueta Negra, por así decirlo, aprendió
a ser una revista cínica, pero no en el sentido moderno del cinismo sino en el más antiguo y original de Diógenes: que es posible ser independiente si se tienen necesidades mínimas. «Cuando el presupuesto es pequeño, también acostumbra a existir menos miedo. Cuando el presupuesto es alto, hay más miedo de arriesgar», decía Tibor Kalman, el primer editor de la revista Colors. Bill Buford, el ex editor de Granta, decía algo aún más consolador. Decía que acaso la mejor publicación es aquella que nadie necesita y que a pesar de todo se publica.
Julio Villanueva Chang, editor de Etiqueta Negra
(Un día con Villanueva Chang, Congreso de Periodismo digital de Huesca)
Libros del K.O.
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