Inauguramos esta sección en la que diferentes periodistas, muchos de ellos autores del K.O., (presentes o futuribles) nos recomiendan algunos títulos de no ficción que les hayan asombrado. Empezamos con Daniel Utrilla, corresponsal de El Mundo en Moscú.
'Entre rusos', de Colin Thubron. Thubron recorrió en su coche la parte occidental de la URSS en 1984. Aunque aún faltaba un año para la llegada de Gorbachov al poder, Thubron ya detecta síntomas de apertura y grietas en el monolítico sistema soviético en sus conversaciones con sencillos ciudadanos soviéticos desencantados, sombras ya del viejo proletario patriota. Con mirada pulcra, Thubron busca entre rusos las razones de la atracción (y del temor) que le suscita este país desde que un inmenso mapa de Rusia de color “verde pálido” lo hipnotizara de niño “durante las clases de matemáticas”. Thubron posa su prosa preciosista sobre lugares tan conocidos como el Kremlin o la Plaza Roja , y lo hace como si fuera el primer viajero occidental que los ve, con una frescura casi pueril. Eso es muy difícil de hacer, pero él lo resuelve con descripciones meticulosas y metáforas soberbias, como cuando ve en las cúpulas policromadas de la catedral de San Basilio “una prueba de malabarismo petrificada en que todas las bolas están simultáneamente en el aire”. Su estilo esta en las antípodas del de John Steinbeck, que recorrió la URSS cuarenta años antes que él, y consignó su odisea en su 'Diario de Rusia' con pluma concisa. Pese a que describe un país, unas gentes y unos anhelos que ya no existen, el libro de Thubron me sigue pareciendo a día de hoy el libro sobre Rusia mejor escrito por un occidental.
'El Mundo' de Juan José Millas, es una obra autobiográfica que nació como un reportaje, pero que acabó convertida en una especie de novela de formación. Aunque se presenta como narrativa, dado que todo lo descrito es real, lo veo como un gran trabajo de investigación periodística sobre uno mismo. Es de lo mejorcito que he leído en los últimos años. Millás mezcla nostalgia y humor en la justa medida para crear un relato ameno que en ningún momento cae en la tentación autobiográfica de la justificación o del ajuste de cuentas. Oro.
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