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Era muy tarde cuando llegó el autobús de los jugadores. Vi claramente cómo me rodeaba una nube de humo. Se había formado en la estación de Getafe Central y bajaba recorriendo la calle Ramón y Cajal. Terminaría envolviendo toda la plaza General Palacio, incluida la propia Cibelina. Aquella nube era una mezcla de olor a Brummel y Farias avainillado. Dejábamos atrás el sonido de las planchas grasientas y el aroma a bocadillo de panceta. Estábamos en Primera y el presidente nos prometía jugar en Europa. «Eso tiene que oler de la hostia», pensé.
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Seguir al Sabadell tiene algo de sufrimiento, de peligro, de insensatez. Toni Padilla nos habla de sus viajes a estadios destartalados como aficionado, de cómo el fútbol le...
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Me hice del Málaga el mismo día que desapareció. Si el maestro Alcántara dijo que ese día se había quedado viudo, yo podría decir que nací huérfano al mundo...
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Los caminos del fútbol son inescrutables, aunque tú mismo hayas deambulado por ellos. Y más aún cuando la senda atravesaba el Valencia CF durante los años de gloria y...
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Vallecas es de izquierdas por muchas razones. Por ejemplo, porque el Puente de Vallecas sigue siendo el único distrito de Madrid en el que nunca ha ganado el PP....
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